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EL MUSEO COMO TEMPLO DE VIOLENCIA IMPERIAL

Acerca de “Potential History - Unlearning Imperialism” de Ariella Aïsha Azoulay.

Este libro lo dice así: Necesitamos emprender urgentemente la tarea de reparar el mundo. Su autora, Ariella Aïsha Azoulay, invita a los lectores a rebobinar el film y volver al nacimiento del colonialismo – el trip super trippy de Colón a “Las Indias” – y tomar otro camino a través de la historia mientras se mira no solo al pasado, sino simultáneamente al futuro. Potential History - Unlearning Imperialism (Historia potencial - Desaprender el Imperialismo) obliga (y no pide de favor) a tener en cuenta el papel violento y activo de la fotografía en la historia del imperialismo, y no solamente como modo de observación. No solamente la fotografía, sino también la tecnología de archivo y el coleccionismo en los museos. Este libro trata de imaginar y narrar las vidas omitidas a través de las grietas de la “Temporalidad Imperial”, uno de los términos en que Azoulay, como profesora de literatura comparativa y cultura moderna de la Brown University, además de curadora y realizadora de documentales, introduce en un lenguaje que ejercita desde la palabra un desaprendizaje de lo hegemónico.

Las ideas centrales de Azoulay tardan en absorberse, ya que ella repite de varias maneras, como si fueran letanías, que debemos abandonar el museo como templo del colonialismo para reconstruir su estructura. Su idea es rechazar “lo nuevo” como motor del capital global: nueva literatura, nueva materialidad, nuevos excesos de deseo, nuevos modelos de consumo destructivo. Es así como este libro de historia se convierte en un manual de activismo dentro de la institución de la historia misma; un manual para conseguir un derecho por mérito: dejar de ser un/x colaborador/x y perpetuador/x del imperialismo. Hay cuatro intervalos que intentan "Imaginar la huelga"(Imagine going on Strike) - para los trabajadores del Museo, fotógrafos, historiadores y los "gobernados" - como "a moment of grace in which a potential history is all of a sudden perceptible, a potential history of a shared world that is not organized by imperial and racial capitalist principles."

Desde la invasión de Argelia en 1830, pasando por la destrucción de la cultura judeoárabe en España y la destrucción de las formaciones culturales y políticas palestinas en 1948 y más allá de la discriminación y muerte de Afroamericanos en Estados Unidos, las fabulaciones de Azoulay, denuncian la historia como una disciplina imperial muchas veces confundida con los gestos violentos del imperialismo tomados como momentos históricos. La historia potencial compromete así al lector a reconocer esta violencia como algo que se puede enmendar, haciendo obsoletas las preciosas ruinas de la violencia imperial, manteniendo viva la desobediencia colectiva contra la violencia imperial contra el mundo, para pasar al capítulo que viene después del fin del capitalismo.

El término "Potencial History" de Azoulay ya se introduce como término en su libro seminal The Civil Contract of Photography, donde hace un comentario profundo sobre el papel inherentemente social de la fotografía en la sociedad como algo inseparable de una política de encuentro, para ver la figura de la cámara como crucial para comprender las relaciones que la imagen establece y produce. Sin embargo, es el itinerario en torno a terminologías más allá de la idea de “las herramientas del amo” (citando la maniobra anticolonial de Audre Lorde) - “Imperial Shutter”, “Unruly Objects”, “The Untaken, the Inaccessible, the Unshowable” - lo que muestra cómo el lenguaje institucional todavía  es cómplice a cubrir la violencia imperial que usurpó y pegó fragmentos de vidas reunidas en sus colecciones, lo que debe ser reparado según Azoulay “Without Tools at All”. En este sentido, ella propone reconocer el origen del ojo documental, archivístico e histórico detrás del templo de la violencia colonial, el museo: La fotografía no nace como un dispositivo, sino como el momento en el que el colonizador comienza a cortar el mundo en los fragmentos que lo complacen; los placeres y recursos que extrae; las cosas que captura para moldear a su idea del mundo. El museo es, por tanto, el lugar que conserva las formas en las que la violencia imperial ha sido alabada a lo largo de los siglos, desde 1492.

No queda más que irse de huelga contra todo lo aceptado desde el nacimiento del “Nuevo Mundo”: contra el proyecto masivo de la esclavitud, rehabilitado hoy a través de los cuerpos de refugiados forzados a la apatridia indocumentada, las líneas divisorias que describen la hegemonía cultural contemporánea y las crisis que surgen a través de la supremacismo blanco y la extrema derecha. Eso es lo que Azoulay pone brillantemente claro, a pesar de que nunca pierde la oportunidad de reiterar la urgencia de la diferenciación en las políticas que activan y actualizan las operaciones de representación y depósito de la violencia imperial como en los museos, a través de las representaciones que existen sobre ellos. Hay muchas formas de salir de este cul-de-sac. Solo tenemos que imaginar que lo establecido es reversible. 

 

This contribution is part of Issue 15: DECOLOMANIA, on art history, the history of politics, and the history of theory: all of them colonized and colonizing, much like our very selves.

 

Ariella Aïsha Azoulay. Potential History: Unlearning Imperialism.
London: Verso Books, 2019. 656 pages.



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    The poster campaign “Vermisst in Benin” (“Missing in Benin”), on display in urban Dresden until 11 January 2021, is an intervention by the artist Emeka Ogboh on the topic of the Benin Bronzes, part of the collection held by Dresden’s Museum für Völkerkunde.

    The Benin Bronzes are sculptures from the historical Kingdom of Benin, in what is now Nigeria. At the Benin royal court, the ornate brass castings were a feature of altars commemorating royal ancestors from the past, were used for courtly rituals, or, in the form of brass plates, documented the culture through images. The sculptures tell of Benin’s importance in African history, and of its global connections. The bronzes were looted by British colonial troops at the end of the 19th century during a so-called “punitive expedition” to Benin City, and brought to the UK. In the years that followed, some made their way to the Museum für Völkerkunde in Dresden.

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