Al mirar hacia las dicotomías entre lo rural y lo urbano, el colectivo Ukumbi Teatro reflexionan sobre la capacidad del arte para sus brechas. Al mismo tiempo, abren interrogantes sobre la lucha por un futuro más justo. Ukumbi Teatro = teatro espacio sagrado, nace por la necesidad de investigar sobre raíces y costumbres de nuestros territorios; tanto artísticos, sociales y políticos. Esta entrevista nos invita a mirar más allá de las utopías y a escuchar las voces de quienes, desde la marginalidad, construyen nuevas formas de resistencia y solidaridad.
La obra presentada durante el FIAV 2024 en Loja, Mujer de Piedra, no solo pone sobre el escenario la crudeza de estas realidades, sino que también abre un espacio de reflexión sobre las posibilidades de lucha social. Carlos Quito y Noemí Laines cuestionan a través de su autoría las narrativas hegemónicas, resisten el academismo del arte y reformulan un lenguaje que emerge de las raíces y ritmos de sus comunidades. Ellxs hablan del proceso creativo como una trinchera de resistencia, el teatro como herramienta para descolonizar las narrativas hegemónicas y la necesidad de gritar, metafóricamente, contra las injusticias sociales desde el escenario.
Mujer de Piedra aborda los problemas sociales de los campesinos que han abandonado sus tierras y migran a la capital en búsqueda de mejores días para sus familias. Son historias de mujeres migrantes de una ciudad que se replican en latinoamérica y el mundo. Mujer de piedra es el resultado de una investigación in situ sobre las mujeres vendedoras ambulantes en la ciudad de Quito. La propuesta escénica que fusiona el teatro gestual , el estatismo y la narración oral, se convierte en una denuncia a sobre las problemáticas de migración, espacio público y comercio informal. Más que desde la protesta, la mirada crítica y profundamente comprometida de Ukumbi teatro invita a meditar en las historias de quienes enfrentan la migración forzada como consecuencia del despojo territorial, la precarización del trabajo y el avance de megaproyectos extractivistas en territorios del Ecuador y el mundo.
Al narrar la historia de Luz María y su migración a la ciudad, ¿cómo confrontas las esperanzas utópicas de quienes migran con las realidades implacables de la vida urbana bajo el capitalismo?
Carlos Quito: Es crucial entender que esta obra surge de una investigación colectiva con vendedoras ambulantes y está profundamente ligada a las historias de nuestras abuelas, como mi abuela, quien también fue vendedora ambulante. Estas historias revelan cómo la migración no es una elección libre, sino una necesidad estructural. La búsqueda de educación, un derecho básico que el sistema capitalista convierte en privilegio, ha sido el motor principal de la migración campesina hacia las ciudades. Pero la promesa de progreso es una trampa: muchos terminan atrapados en formas contemporáneas de explotación y esclavitud. La protagonista de nuestra obra, por ejemplo, migra con la esperanza de estudiar, pero solo logra "educarse" limpiando las aulas los fines de semana. Esto expone cómo el sistema perpetúa la desigualdad generacional. Sin embargo, también está la semilla de resistencia en su hija, que estudia mientras enfrenta las mismas contradicciones del sistema. La obra refleja que la migración no es un simple anhelo de una vida mejor, sino una estrategia de supervivencia frente a las violencias estructurales del capital.
Noemí Laines: Además, es vital destacar que esta migración no es siempre voluntaria. Gobiernos y corporaciones, aliados en la lógica extractivista, fuerzan el desplazamiento de comunidades enteras. Proyectos como la minería a cielo abierto o la explotación petrolera despojan a las comunidades de sus territorios, destruyen su autonomía y los obligan a buscar un futuro incierto en ciudades que ya están saturadas de precariedad. Esta obra también denuncia esos desplazamientos forzados como un reflejo de las luchas actuales de los pueblos frente al capital.
¿Cómo ilustra la obra los límites de la visión utópica que el capitalismo ofrece a las comunidades marginadas?
CQ: La obra deja claro que las promesas de progreso están diseñadas para fallar. A través de imágenes y narrativas, mostramos cómo las comunidades indígenas, campesinas y migrantes enfrentan un sistema que las empuja a la periferia económica y social. Llegar a la ciudad no significa encontrar mejores días, sino enfrentarse a un mercado laboral que las confina a la informalidad y la explotación. Este relato no es solo ecuatoriano, sino latinoamericano: una constante lucha contra las mismas estructuras coloniales y neoliberales que han definido nuestra región durante siglos.
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¿Cómo aborda tu obra la idea de un Ecuador verdaderamente emancipado, donde se respeten y valoren las vidas y contribuciones de las mujeres indígenas y rurales?
CQ: La obra no ofrece soluciones simplistas porque el sistema no permite una resolución dentro de sus límites. Más bien, revela las contradicciones del trabajo informal y la exclusión social. Pone en cuestión ordenanzas municipales y leyes que criminalizan la supervivencia, pero también evidencia que estas problemáticas son transnacionales, resultado de un sistema que prioriza el capital sobre la vida. Hemos visto que esta obra resuena incluso fuera del Ecuador, como en Brasil, donde las luchas afrodescendientes y campesinas enfrentan problemas similares. El arte aquí sirve como herramienta de denuncia y reflexión colectiva.
NL: La obra visibiliza la lucha social como una posibilidad, por mínima que sea. Incluso cuando el sistema ofrece escasos recursos —como el acceso a un abogado público—, los personajes los utilizan como armas para resistir. La obra termina con una pregunta: ¿Qué somos nosotrxs para ustedes? Es un llamado directo a lxs espectadorxs, no solo a los que tienen el poder, sino al ciudadano común, que ha normalizado la violencia estatal y social contra los más vulnerables. La resistencia no está en un futuro utópico, sino en el aquí y el ahora, aprovechando lo poco que tenemos para construir algo distinto.
Al representar las tensiones entre lo rural y lo urbano, ¿puede el teatro cerrar esa brecha, o al menos tender un puente entre ambos mundos?
NL: Nuestro objetivo es un teatro popular, accesible y arraigado en nuestras comunidades. Nos resistimos a abandonar nuestras raíces y nuestro lenguaje para encajar en una visión eurocéntrica del arte. Como trabajadora del arte, reivindico mi derecho a usar el escenario para denunciar y resistir, para devolver a mi comunidad lo que he aprendido, y para transformar mi espacio de libertad en un espacio de lucha.
CQ: El teatro no cierra la brecha, pero sí abre nuevas interrogantes y posibilita diálogos. Desde mi posición como narrador, siento una deuda con mis ancestros, y mi práctica busca honrar sus historias. Como colectivo no buscamos ser artistas, sino regresar a nuestra ancestralidad al amplificar las voces de quienes han sido históricamente silenciadxs. Y eso implica descolonizar nuestras prácticas artísticas y alejarnos de los cánones occidentales que nos han impuesto.
¿No nos olvidamos de nada antes de despedirnos?
NL: No, pero me gustaría invitar a todxs a darse la oportunidad de vivir experiencias sensoriales a través del teatro. Hay muchas personas que nunca han visto teatro y salen de una función tan conmovidas y creo que negarse a esa experiencia es como, no sé, negarse a un buen plato de comida. Entonces invitarles a eso a todo el mundo, que se dan la oportunidad de consumir algo desconocido posiblemente, o algo diferente en el día.
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La Mujer de Piedra
Teatro Segundo Cueva Celi
Funciones: Lunes 18 de Noviembre, 10h00 y 19h00
Dirección: Carlos Quito / Dramaturgia, actuación, diseño de vestuario e iluminación: Noemí Laines / Técnica: Dabata Oña / Fotografía y video: Cynthia Guaña / Producción: Ukumbi Teatro
En el 2013 Fernanda Medina y Noemi Laines actrices fundadoras del colectivo, se unen al proyecto de investigación de tradición oral en los pueblos afroecuatorianos junto a diversos grupos de artistas plásticos, quedando luego como colaboradorxs en lo que respecta a elaboración de utilería, escenografía y registro fotográfico. Así mismo, Christian Aslalema, titiritero y escenografo, se integra en la parte técnica de los montajes.
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Cover: Courtesy of FIAV Loja 2024
Fig. 1: Courtesy of FIAV Loja 2024