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Entre Sombras y Fábulas: “Ajonjolí”

Una conversación con Aileen Said sobre el peso de la memoria infantil en el teatro.

  • Nov 17 2024
  • Gabriela Orellana y Thalie Ponce
    Gabriela, dramaturga y corresponsal de AWC en Loja, condujo la conversación con Aileen Said.

    Thalie, editora de AWC en Ecuador, así como de la publicación Indómita y de varios medios internacionales de arte y cultura, formuló las preguntas.

    María Inés Plaza Lazo, fundadora y editora general de AWC, editó el texto y escribió la introducción a esta entrevista.

En días en los que las crisis locales y globales nos distancian de lo tangible, el arte tiene la capacidad de ofrecer un espacio para sanar y reflexionar a través de la contemplación. Aileen Said, actriz y dramaturga, se une a esta misión con Ajonjolí, una obra que mezcla títeres de mesa, sombras y objetos para narrar la historia de una mujer y su caja de recuerdos. Basada en el cuento Gergelim del titiritero uruguayo Rafael Curci, Ajonjolí no solo rescata la tradición de las fábulas, sino que las transforma en un vehículo para abordar los valores familiares desde una perspectiva contemporánea.

Esta búsqueda por conectar lo íntimo y lo universal resuena en las prácticas de artistas contemporáneas como Kara Walker, Lin Mae Saeed y Lap-See Lam, quiénes también utilizan títeres o presencias que evocan historias orales y decolonizes. Al igual que las obras de Walker, que usan la narrativa visual para enfrentar la historia del racismo y las nociones de negritud en Estados Unidos, o las esculturas de Saeed, que revisitan mitologías animales para cuestionar nuestra relación con el mundo y las especies no humanas, Ajonjolí emplea los títeres como metáforas de resistencia y nostalgia. Como en los universos oníricos de Lam, donde los objetos del pasado panasiático diaspórico cobran vida, Said utiliza su performance para devolvernos al terreno del asombro compartido. 

En un diálogo que trasciende generaciones, Ajonjolí reflexiona en el marco del FIAV 2024 en Loja sobre el poder de las fábulas para enfrentar preguntas esenciales sobre quiénes somos y cómo queremos convivir. En esta entrevista, exploramos cómo una obra aparentemente sencilla puede abrir puertas a lo profundo y lo transformador. 

Fig. 1

 


A través del mundo imaginativo que Ajonjolí crea en un sótano, la historia sugiere una utopía que existe dentro de nosotros, un mundo donde la imaginación puede superar temporalmente las injusticias de la realidad. ¿Cuáles consideras que son los límites de esta proyección interna?

Desde la infancia, creamos espacios y mundos para lidiar o evadir situaciones que no entendemos. Si somos hijos únicos, inventamos amigos para sentirnos acompañados; si tenemos hermanos y nos peleamos, nos aislamos y recreamos un mundo; y si enfrentamos situaciones familiares difíciles, la imaginación también nos sirve como una salida. Creo que Ajonjolí propone ese recurso: crear como mecanismo para afrontar vulnerabilidades, ya sea en la niñez o en la adultez. Sin embargo, hay límites. Esa utopía no puede ser continua ni completamente real; es momentánea, quizás un mecanismo de defensa que usamos para alejarnos temporalmente de la realidad. Cuando digo que hay límites, me refiero a que tarde o temprano volvemos a enfrentar nuestra realidad. Es como un placebo: imaginar y crear nos recarga de energía para afrontar nuevamente nuestras circunstancias, pero no elimina los problemas de fondo.


En una historia donde los objetos cobran vida, ¿esperas sugerir una perspectiva utópica sobre los objetos y experiencias cotidianas? ¿Es una capacidad que se pierde en la vida adulta?

Más que una utopía, lo que busca Ajonjolí es confrontar la dureza de la realidad. Confronta al adulto con su pasado y con la forma en que se relaciona con los niños: ¿Cómo les hablas? ¿Cómo los tratas? También confronta a los niños, especialmente en temas como el bullying o las relaciones con sus pares. La obra explora múltiples aristas, como la desconexión de los adultos con esa capacidad de imaginar y jugar que teníamos de niños. Al crecer y entrar en la dinámica laboral y productiva, nos volvemos más mecánicos y olvidamos crear, soñar, jugar. En ese sentido, la obra no busca mostrar una utopía, porque la vida utópica no existe, sino más bien hacernos reflexionar sobre estas pérdidas. Ajonjolí y su hermana Camila representan este mundo imaginado. Aunque pareciera que la historia se centra solo en Ajonjolí, Camila es quien lo crea. Es a través de ella que surge esta relación fraterna donde juegan, pelean y comparten.


¿Cómo crees que reaccionan de manera diferente los niños y los adultos a esta representación?

Los adultos suelen terminar llorando. La obra los confronta con su infancia o con su relación con sus hijos. Por ejemplo, cuando mi mamá vio la obra por primera vez, sintió que reflejaba algo de nuestra relación en mi niñez, aunque no era esa mi intención. Este tipo de conexiones mueven muchas fibras en los adultos. Los niños, por otro lado, la viven desde otra perspectiva. Se sorprenden al descubrir que Ajonjolí es imaginario y observan con atención cómo las acciones de Camila afectan a su hermano imaginario. Para ellos, la obra se convierte en un reflejo de su propia etapa de vida, mientras que los adultos reflexionan sobre cómo fueron o cómo son como padres. Siempre digo que cada espectadorx vive su propia obra. La historia que mostramos se mezcla con las experiencias y emociones de cada persona. Esto explica por qué un niño puede identificarse con Ajonjolí, mientras un adulto reflexiona sobre la figura de la madre o su propio pasado. 


Es fascinante cómo la técnica del teatro de títeres puede ofrecer una perspectiva única sobre la utopía, creando un mundo donde las experiencias y desafíos de los niños se valoran tanto como los de los adultos.

El teatro de títeres tiene la peculiaridad de lograr lo que un actor no puede o le es más difícil. Por ejemplo, es más fácil aceptar que un títere vuele que un actor. Además, los títeres permiten conectar con el espectador de una manera muy distinta.Primero, despiertan al niño interior de manera inconsciente. Segundo, el público entra en la convención de que lo que ve es real, aunque sabe que no lo es. Esto hace que los títeres puedan abordar temas difíciles o polémicos de forma más efectiva. Si un títere utiliza palabras fuertes o toca temas controversiales, el público tiende a aceptarlo más fácilmente que si lo hiciera un actor. Es como si los títeres tuvieran licencia para cruzar ciertas fronteras.


En tus personajes abordas temas complejos como la incomprensión y la soledad. ¿Cuál es tu enfoque para crear personajes que reflejan estas emociones profundas y cómo los haces accesibles al público?

Creo que con los niños hay que hablar de todo, no solo entretenerlos. Los espectáculos no deben limitarse a divertir, sino abordar temas que necesitamos poner sobre la mesa para construir una sociedad más humana, abierta y respetuosa. A menudo me dicen que soy "muy dura" con los niños, pero no esta dureza es honestidad. Hablo de temas como la soledad, el bullying, la salud mental e incluso la muerte. Muchos los consideran tabú, pero los niños comprenden más de lo que creemos. He comprobado que incluso niños muy pequeños conectan con estas historias. Por ejemplo, una niña de dos años en España entendió que Ajonjolí era imaginario y comentó toda la obra. Esto demuestra que no hay edad para empezar a hablar de estos temas. Hay que cuidar la estética y hacer que el performance sea entretenido, pero también debemos tratar temas que quizás no se discuten en casa o en la escuela.


Gracias por tu honestidad y tiempo, Aileen.

A tí. Espero que mis palabras sirvan su propósito.





  • Ajonjolí

    Teatro Segundo Cueva Celi
    Funciones: Domingo 17 de Noviembre, 2024. 10h00 y 19h00

    El 1 de julio de 2008, 7 jóvenes egresados de la Escuela Nacional de Arte Dramático tomaron la decisión de conformarse como grupo bajo el nombre de Teatro PiedePuente. Previo a su formación como grupo, desarrollaron las obras infantiles y de calle. En el 2008 empiezan sus producciones como grupo teatral profesional. El grupo de actores tuvo una pausa donde trabajaron de manera independiente, hasta el 2018 cuando Richarson Díaz y Aileen Said deciden retomar el trabajo como grupo e inician con producciones en el Micro Teatro de Santo Domingo. En febrero del 2020 vuelven a las salas grandes con La Puerta. En julio del 2021 estrenan Ajonjolí.

    La obra ofrece una mirada sensible y profunda sobre las diversas experiencias y conflictos que enfrentan los niños al tratar de encontrar su lugar en un mundo diseñado para los adultos. A través de los ojos de Ajonjolí, se exploran las emociones y desafíos que comparten los niños de todo el mundo en su camino hacia el crecimiento, mostrando cómo, pese a las diferencias, estos sentimientos universales nos conectan a todos.

    Imágenes: Cortesía de Aileen Said, 2024.

     

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