María Berríos: ¿Agustín, qué significa para tí “La familia”?
Agustín Pérez Rubio: Nuestra noción de familia se aleja cada vez más de lo biológico y se acerca a lo enunciativo, del mismo modo que el género y la sexualidad de nuestros cuerpos. Si bien la “sangre” - un biologismo que ha sido utilizado históricamente de maneras bien nefastas - sigue pesando socialmente, yo entiendo a la familia como algo que va más allá de esa unión y crecimiento a partir del ADN. Para mí, la familia tiene que ver con la manera en la que los afectos se vuelven formas de crecimiento en común, las relaciones como una manera de educación mutua. Detrás de la normatividad del modelo familiar tradicional siempre ha existido un sentido decididamente afectivo. Recuerdo que en España muchos niños huérfanos que dejo la Guerra Civil fueron criados por vecinas, primas, amigas. Fue muy común frente al horror del desamparo..
MB: Creo que es súper relevante lo que mencionas con respecto a la Guerra Civil en España, porque es efectivamente en tiempos de convulsión social en que se hace evidente que la familia, particularmente la noción de la familia nuclear, es absolutamente ineficiente y caduca, a pesar de que todas las estructuras sociales, todas las instituciones, todas las maneras en que se canalizan socialmente las relaciones entre las personas, están basadas en este modelo tradicional insostenible. La familia, la que es realmente necesaria, la que se manifiesta en tales situaciones, es algo mas parecido a la anti-familia, o al menos totalmente contraria a esa familia cercada, biparental. Esa es la familia en la que creo. La familia que es o más bién sólo puede sobrevivir en tanto concepto permeable, que consiste básicamente en estructuras de soporte mutuo, personas que se sostienen unas a otras.
APR: Claro, hoy en día para cada uno la familia es una decisión, y no puede reducirse a términos procreativos, pues siempre viene muy asociada a esta determinación. a familia es una manera de decidir con quién compartir actos de forma conjunta, con quién establecer esas uniones, con quiénes intercambiamos y sentimos un mismo nivel de intimidad, que nos abrigua frente a la adversidad. La familia son entonces quiénes se alegran con nuestros actos diarios.
MB: Siento una cierta ironía personal en relación a lo que dices respecto a la procreación, porque la verdad, en mi caso, fue justamente la reproducción, la experiencia de ser madre la que me permitió creer , incluso fervientemente, en el absurdo del modelo de la familia nuclear. Tengo muchas amigas que no quieren ser madre, lo que me parece totalmente normal y legítimo, pero para mi el hecho de tener un niño me permite entender y respetar esa postura con mayor radicalidad. No porque no ame a mi hijo, sino más bien porque me parece hermoso y necesario compartir no solo el cuidado sino esa relación de amor. Me parece sumamente egoísta querer monopolizar esa relación o, peor aún, considerar que el cariño de mi hijo es algo que me pertenece más que a otros. Hay algo profundamente neoliberal en la transmutación de esa relación de amor en una relación de propiedad privada, de una postura que considera a los niños como extensiones de su padres y madres. Es totalmente injusto cargar a esas pequeñas personas autónomas, sensibles y capaces con todas esas proyecciones de sus padres. Lo bello es soltarlos al mundo, compartir y socializar esos afectos. En mi caso eso ha sucedido justamente en relación a momentos de crisis donde he necesitado apoyo, y como no tengo el colchón social de la familia –llevo mucho años viviendo lejos de mi familia biológica– han sido los amigos que han entrado a crear sistemas de soporte. Esta transformación de las relaciones afectivas en relaciones de propiedad tiene una historia muy siniestra que va mucho mas allá del tema de la infancia… y claro, muy vinculada a la historia del capitalismo.
APR: Por eso también reivindico la familia sin niños, es decir, adultos donde ésta idea de la infancia ya es algo pasado. La familia como una determinación entre adultos que quieren ser familia, bien como pareja, o bien varias personas que quieren vivir juntas estableciendo una nueva tipología de familia donde lo comunitario no esté también normativizado desde la heteronormal de pareja con hijos.
MB: Igual, como bien dices, el tema de la infancia no se vincula exclusivamente a la procreación misma. Todas fuimos lanzadas al mundo por una madre que no es posible ignorar del todo, aunque eso haya sido todo lo que haya hecho, o todo lo que le fue permitido hacer. El modo en que aquellas mujeres nos pujaron al mundo, una experiencia bella pero también sumamente violenta, marca nuestras maneras de educarnos mutuamente. Por esto creo que es absolutamente necesario seguir pensando y repensando las maneras de sostenernos unos a otros, las maneras de amarnos unos a otros. Esto es, sin creernos el cuento de las relación beatas o puras, pensar en las violencias inherentes a esas relaciones de cuidado y cariño mutuo, practicando diversos modos de lidiar, vivir y luchar con ellas.
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