„It is as it was", fue la emotiva reacción de Juan Pablo II a "La Pasión de Cristo". Mel Gibson filmó con la misma profundidad religiosa, seria y, claramente libre de cualquier ironía, lo que explica la razón, el comienzo y el origen del evento de salvación: la muerte en la cruz. El lado cursi del re-procesamiento mediático de partículas elementales cristianas se puede testificar en las recurrentes parodias de Gibson en comics televisivos como South Park. Pero si esta historia de Navidad estuviera en el centro de la fe cristiana, lo que viene a continuación hubiese sonado un poco más amigable.
Pensar en el milagro de la vida de Jesús ha llevado a una serie de peculiaridades. La historia del nacimiento se mantiene marginalizada. Es en este margen donde hay una serie de figuras, que incluso en la Biblia tienen características extremadamente vagas. En todo caso, en este margen y tratados aquí curiosamente con poca relevancia, donde aparecen los 'Reyes Magos', los sabios, los magos, los astrólogos, los reyes provenientes incluso de más allá, ab oriente, desde el este, donde sea este haya estado. Ellos son los extranjeros. Los migrantes. Quiénes pudieron haber sido y de dónde podrían haber venido son preguntas que involucraron rápidamente una variedad de especulaciones. A más tardar en el año 1164, cuando Heinrich von Dassel trajo sus huesos de Milán a Colonia, se hizo común hablar de los Reyes Magos. La Biblia no dice que fueron reyes, oficialmente nunca fueron declarados santos. Origines fue el primero en comenzar con el número tres, orientándose en la cantidad de regalos. Pero no resulta ser consistente en la materia. Según él, hubieron dos, doce, cuatro, claro, la mayoría tres. Del siglo XI al XII la canonización de la tripla se estabilizó.
Que sean tres es de una gran inexactitud, que se invertirá en las imágenes alrededor de la cuna. Incluso si se puede argumentar contra Origines que dos reyes o incluso uno pueden traer más de tres regalos. Doce magos pudiesen también limitarse a traer oro, incienso y mirra. Una historia posterior intenta probar la llegada de los reyes a Belén con 9,000 seguidores. El conocimiento colectivo ha coincidido en que son los tres, Gaspar, Melchor y Baltazar. Su historia es que fueron los primeros en reconocer a Jesús como Cristo. Eran los testigos del recién nacido, presentes en su origen, poco después del nacimiento. Agustín dice que llegaron trece días después. Por otro lado, hay historias de que esto habría tenido lugar dos años después. Esto se debe al hecho de que Herodes ordenó que se matara a todos los recién nacidos menores de dos años, o que si se suponía que la estrella había salido al nacer, era difícil imaginarlo desde el este, es decir, Persia, y llegar en tan poco tiempo a Belén. Para salvar el recuento de Agustín, una vez se descubrió que los reyes venían en dromedarios. En Legenda Aurea se puede leer que los dromedarios son tres veces más rápidos que los caballos.
Uno no puede evitar tener la impresión de que cuanto más se aleja de la hora de nacimiento del niño Jesús, mayor es el problema de poder pensar juntos la naturaleza legendaria de la historia con los acontecimientos históricos. La necesidad de poder asignar valores de verdad a los eventos en Belén continúa sin cesar hasta nuestros días. La estrella es particularmente popular entre los científicos. Todavía hacen cálculos sobre posibles cometas, supernovas o conjunciones de estrellas. Sea como fuere, en el siglo XIX, se difundió una visión aleccionadora de que no hay ningún otro punto en actualizar la Biblia como evidencia histórica. Dejar el núcleo de la Biblia en lo legendario es suficiente para extraer derivaciones religiosas, teológicas o eclesiásticas, siempre que su narración esté dentro del alcance de lo que puede ser deseable entender.
Los Reyes Magos, los extranjeros que llegaron tarde al evento, son parte de una historia que ha contado con mutaciones bastante complejas. En esencia, siempre han permanecido como extraños que vienen del exterior y, como un punto de referencia significativo, han dado sentido a lo que está sucediendo en Belén. Georg Simmel escribe en su 'Excursión sobre lo extranjero' sobre la 'objetividad del extranjero', en la medida en que el extranjero tiene la capacidad de observar objetivamente lo que no se puede hacer desde una perspectiva desde la entraña natural. Esto significa una apertura a través de la determinación externa, que ayuda a superar las propias circunstancias, ya que los magos pueden haberse equivocado un poco y la aceptación de lo nuevo en sí es difícil de discutir ahora. Fue el cristianismo el cual comenzó en tal cuento. De su narrativa se ha perdido de vista este aspecto, así como el hecho de que los reyes traen regalos, revirtiéndose en diferentes costumbres. Los cantantes estrella en el traje de los Reyes Magos son los que reciben los regalos hoy. El extranjero se desplaza al estado del destinatario de la limosna. La objetividad ha dado paso al gesto de que el extranjero prefiere ser inventado, que la superioridad de uno, como Europeo, sigue siendo inexpugnable que ser escuchado de cualquier manera.
Sorprendentemente, hay una reorganización en el contexto de la fe cristiana a fines del siglo XIX: Es entonces cuando se inventa un cuarto, otro rey, aparte de los tres reyes, construido a imagen y costumbre para formar una tradición confiable a los fieles. Henry van Dyke escribe acerca de 'El otro hombre sabio' y no lo usa para embellecer aún más el cuento de los tres ya conocidos, sino que va más allá y escribe una historia de fracaso.
Henry van Dyke, como su padre, era un sacerdote presbiteriano. La fe presbiteriana delega el liderazgo de los feligreses a los ancianos. La idea de preferencia de edad define la relación entre las personas, incluida la relación entre padre e hijo, no exenta de potencial conflictivo. Claro, la fe cristiana se refiere a una verdad, una verdad atemporal, no perturbada por las coincidencias de los acontecimientos históricos. La disposición psicológica que se inscribe en ella se basa en una línea divisoria, cuyos dos lados pueden describirse como satisfactorios e inadecuados a la vez. Van Dyke debe haberse sentido así. Su padre seguía siendo un partidario estricto de la segregación, pero se sentía comprometido con una humanidad que fue de diferentes maneras. Era contrario a la ley del padre. La corrección de uno, el viejo, produjo lo incorrecto del otro. Henry van Dyke Jr. prefiere mantener un agudo sentido de lo humano.
Con el cuarto rey, van Dyke describe una figura que, como los tres reyes magos, vio la estrella y concertó una cita con ellos para emprender un viaje a Belén. Sin embargo, llega tarde porque está ayudando a un hombre con enfermedad terminal. Viaja solo y llega tarde a Belén. María, José y el niño Jesús han huido ya hace mucho tiempo a Egipto. Aparece en Belén cuando los secuaces de Herodes comienzan a asesinar a los niños. Él puede salvar a un niño dándolo a un capitán que originalmente estaba destinado a matar al Jesús. Luego sigue a la familia de Jesús a Egipto para buscarlos allí. El no la encuentra. Le da de comer al hambriento, al sediento de beber, la ropa al desnudo. Después de poco más de treinta años, llega a Jerusalén y es testigo de la crucifixión.
Bajo su luz, van Dyke contrasta la historia que está en la Biblia con una que no está allí. Proporciona su propia historia con una humanidad que no se puede encontrar en el otro, aparte del hecho de que la puesta en escena de la escena tradicional ocasionalmente conduce a la banalización de las condiciones precarias. Ciertamente Henry van Dyke no quería ser crítico con la Biblia. Por el contrario, para él su historia era profundamente cristiana. Pero él está aprovechándose de la historia real. Él deja en claro lo poco que ella tiene que ver con su presencia: Los Reyes Magos, con sus trajes exóticos, se habían convertido en receptores de limosnas desde hacía mucho tiempo, en vez de seguir siendo los que ofrendan en nombre de Jesús. El hecho de que la propia experiencia de Van Dyke del presente, el de la era técnico-industrial de la modernidad, creó más que otra acentuación de la conocida narrativa navideña, se mantuvo en su camino, al igual que la rebelión sustituta contra la vieja. Y ya nada sería como lo fue.