La historia oficial estampa una cronología que favorece la difusión del latín como elemento colonizador de unos pueblos orales asentados en países próximos al Mar Mediterráneo cuya religión era naturalista. A partir de la conquista del imperio romano, el latín se convirtió en la única herramienta de comunicación institucionalizada con el ente religioso autorizado. En latín se celebraban misas, se elevaban plegarias, se invocaba a la divinidad. Yera la única canal válida para algamar un pasaxe mortal afayadizu. En España, un choque entre lenguas indígenas con el latín vulgar dió lugar a una segregación fonética y semántica, resultando en la variedad lingüística que se encuentra hoy día en el territorio.
Entre estas llinguas indíxenas, l’asturianu nació como cuella cultural celta de los pueblos que habitan tierras marcadas por altas zonas de montaña y verdes valles en la geografía del noroeste peninsular. Las ondulaciones y concavidades del paisaje se tradujeron en sonidos vocales cerrados y fonemas cada vez más en desuso como la “ts” vaqueira. Considerar lenguaje no oficial una lengua que no está institucionalizada, que no se enseña en la educación, que no se utiliza en los medios de comunicación y que, al mismo tiempo, está eclipsada por el castellano, conlleva a que les propies hablantes no reconozcan sus variantes en cada situación. Una llingua esfilachada, con un llinaxe escurecíu, nun ye la mesma cuando se tresforma en seña, en alfabetu, en vocabulariu. El significáu ye l’instrumentu, la memoria que pincha la piel, la sangre como registru, como documentu. Lo difícil nun va ser alcontrar les palabres, si non dar cola so duración. Que cada lletra cuente y cuente la to historia. Un fonema ye la marca. La marca de pertenencia.
En el suelo de la Asturias antigua se han identificado una serie de inscripciones que contienen un lenguaje protoromano, en algunos casos astur, en la mayor parte de las piezas se trata de un astur atravesado por trazos rectilíneos provenientes del borrador de lo que sería el cultismo latino. Las inscripciones son marcas primordiales de un linaje esculpido en piedra en forma de lápidas y estelas que proponen una relación directa entre la materialidad de la roca, el lenguaje y el cuerpo escritor. Los textos epigráficos, además de poder ser contemplados en su dimensión de fuente histórica, encierran el vestigio de las relaciones estrechas entre personas, su escritura y el medio que la recogía. Talladas en piedra arenisca, las inscripciones son en su mayor parte de carácter funerario conteniendo el nombre de la persona difunta, su edad, y rasgos característicos familiares. En algunas ocasiones, también muestran imágenes de los astros celestiales, lo que denota la relación de estos pueblos con la astrología y las creencias del pasaje del cuerpo y el espíritu hacia unos entes cosmológicos. Las inscripciones epigráficas dan vida a su contenido, mostrando no sólo cómo las frases expresan la vida humanista y social de sus escritores, sino también impulsando una vitalidad propia de las formas ahumanas.
Prácticamente todas las culturas que conocemos han atribuido a guijarros y piedras, rocas y cantos rodados, poderes mágicos de intensa energía, suerte, fertilidad y curación. Las tribus astures valoraban todos los aspectos observables de la vida que encontraban. Les sos espresiones culturales basanse n’el alcuentru físicu, emocional ya intelectual cola materia a la so alredor. Una llingua indíxena, usa les mesmes palabres para dirixise al mundu vivu que les qu'usamos para la nuesa familia. Porque tamién ye la nuesa familia. Les roques, el cielu, el sol son animaos. Seres que tán imbuyíos d'espíritu. Nesta cosmoloxía, l'universu ye un conxuntu de suxetos, non un conxuntu d'oxetos. Así es que al igual que en las tumbas y los castros, las inscripciones se construían en piedra para que permanecieran en el tiempo. Esto da cuenta de una comprensión morfológica de la vida. Las inscripciones son los únicos testigos de las lenguas paleohispánicas y de los pueblos que las hablan. Registros formales de una lengua, sus ropajes más cuidados.
Les relixones imperialistas y colonizadoras non yá rompieron la tierra, sinón lo que ye más importante, la nuesa relación cola tierra. Para crear un venceyu indíxena con un llugar, precisamos escuchar les sos hestories. Pero, ¿quién les cuntará? ¿Podemos escuchar coles piedres escrites?
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Epitafio de Acuana (Torrevega, Llanes), aparece en "Representaciones solares en la epigrafía romana de Asturias", Narciso Santos Yaguas (Universidad de Oviedo, 2016).